Ese crecimiento de la brecha en el logro del
aprendizaje en los últimos dos años, nos debe alertar para continuar
fortaleciendo una cultura no sólo de evaluación, sino también de aprender de
ella y utilizarla para implementar los cambios necesarios, y que tanto la
Secretaría de Educación Pública (SEP) federal como los estados asuman su
responsabilidad de no sólo ocuparse en la promoción de tipos de servicio
diseñados para aumentar la cobertura, sino también de focalizar las políticas y
programas con fines de equidad.
Un grave rezago educativo lo presentan las
secundarias comunitarias y las telesecundarias, en donde los alumnos tuvieron
los peores resultados. Estos espacios de aprendizaje tienen un descuido crónico
tanto en el apoyo a los profesores como en el acceso a materiales y asesoría
educativa pertinentes. Los sistemas de educación de la
mayoría de los gobiernos estatales simplemente
los ignoran.
Es claro que no todo lo explica el contexto; una
buena parte de las y los jóvenes en el estado de Puebla vienen de hogares en
condiciones de pobreza y obtuvieron el mejor resultado nacional en lo que es
más propiamente escolar, es decir, en Matemáticas. Planea debe servir también
para identificar las prácticas efectivas que se han implementado en poco
tiempo: Sonora mejoró notablemente entre las evaluaciones de 2015 y 2017 por
una decidida focalización del apoyo estatal a sus escuelas más frágiles. Toca a
la Federación y los estados ajustar las intervenciones para la equidad y la
interculturalidad, acelerar la verdadera formación continua de los docentes y
activar el aprendizaje mutuo entre las entidades de la República. El proceso de
transformación educativa tiene frutos incipientes, y detenerlo o distorsionarlo
sólo puede significar mayor pobreza y marginación.
Si en verdad se quiere cumplir con el lema
“evaluar para mejorar”, los propios maestros y directivos deben contar con los
informes de progreso en el logro de aprendizaje para cada joven, pues son ellos
–y no los secretarios de educación estatales o los diseñadores de
directrices en el INEE (Instituto Nacional para
la Evaluación de la Educación) – quienes realizan la tarea fundamental de
diseñar los reforzamientos a nivel del aula y propiciar los aprendizajes de los
alumnos reales, especialmente los más marginados.
Sin resultados más precisos de cada alumno al
concluir su ciclo, y por ende de cada grupo completo por escuela, los
resultados seguirán siendo escándalo de un día y material para el rankeo,
pero no se traducirán en el referente de una mejora que no sea genérica, sino
auténticamente respetuosa de la diversidad, y
por ello arraigada y sustentable. Sólo cuando es para cada alumno, la
evaluación del logro de aprendizaje puede aspirar a guiar los ajustes para que
en las escuelas se superen las limitaciones del contexto de origen, sin
restar nada a su ritmo y estilo personal de
aprendizaje, a su identidad cultural y comunitaria.
* Presidente Ejecutivo de
Mexicanos Primero.
Reenviado por Redacción / #MásClaro.
Nota original El Financiero
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